05 septiembre 2010

Burbujas

Tengo pocos minutos hasta que aparezcan. Mientras leo frente a mi escritorio, pasarán unos minutos y unas burbujas afeminadas se apoderarán misteriosamente de mi área de trabajo. Se aparecen como una alucinación macabra que sólo los payasos callejeros pueden axplicar, son burbujas, impalpables, como todas las burbujas.
Efímeras las burbujas por arte de la desesperación humana por acabar con su vida. La de las burbujas.

Una burbuja no es poca cosa como se puede creer. Es bastante más de lo que logra en su vida y tiene un poder invisible más fuerte y tiránico de lo que el ser humano considera. Me atrevo a decir que vivimos en un mundo signado por las burbujas, no crean que estoy loco, como diría Poe cada vez que abría la boca. Demostraré que no estoy loco, que no perdí la razón y demostraré que las burbujas ejercen un poder casi absoluto sobre el comportamiento accidental.

La espuma está compuesta por millones de pequeñísimas burbujas. Científicamente no sé si es cierta esta afirmación pero quién me puede venir a negar que al ver un poco de espuma no cree que está frente a millones de burbujas microscópicas. Me importa muy poco si no es científicamente cierto que la espuma sea millones de burbujas, nadie me sacará esta idea de la cabeza, por más científica que sea la explicación que me traiga.1

Ya todos sabemos lo importante que es la espuma (millones de burbujas) en la vida de un humano. Por lo menos de los seres humanos que conozco, que conozco y no me da vergüenza decirlo y que son todos occidentales. Salvo algunas excepciones orientales que luego aclararé su exclusión.
De los argentinos que conozco la gran mayoría son descendientes de españoles, italianos, croatas, serbios, franceses, polacos, portugueses y albinos. Todos tienen más o menos idénticas concepciones sobre la espuma y las burbujas.

Conozco un par de uruguayos, una venezolana, una peruana, una muchacha hija de un francés con una alemana, un muchacho hijo de una argentina con un brasilero, un amigo que viaja muy seguido a Chile, un colombiano, un pariente lejano huérfano que vivió tres años en Paraguay, un cuñado descendiente de franceses que me trajo fotos de unas señoras lavanderas puerto riqueñas.

Si tengo en cuenta que estudié en una universidad pública una carrera social por decantación conozco a los cubanos, que a la vuelta de mi casa hay una tienda con dueños bolivianos y la hija de un primo del primo de mi mamá estuvo en Inglaterra hace unos meses y me contó cómo es la vida en Londres, puedo afirmar que conozco gran parte del mundo occidental. Conozco casi todo el pensamiento occidental, qué creen y qué consideran de las cualidades, tanto cantidades como calidades, de las burbujas y sus derivados.

Si considero que una burbuja es la expresión mínima de la espuma y ésta tomará las características esenciales e individuales de la burbuja para definirse, lo mismo afirmo sobre los individuos que conozco directa o indirectamente. Me basta conocer el pensamiento de la unidad mínima de una sociedad, o sea el ser humano en tanto que individuo socialmente involucrado y no involucrado con su nación natal y de la cual es heredero, para afirmar que el resto de sus similares piensa y actúa de igual forma. Sé que la sociología y la antropología vendrán a atacarme con sus teorías sobre el pensamiento crítico e individual, que el ser humano es auto constructivo y esas cosas. La verdad que no me interesa, yo tengo mi propia idea sobre el ser humano y considero que todos piensan más o menos parecido.

A la vuelta de mi casa, cerca del local de ropa boliviano, hay un supermercado coreano. Podría agregar tranquilamente el pensamiento oriental a mi análisis. La primera razón es porque como occidentales no creemos en la legitimidad y en la independencia intelectual del pensamiento oriental y porque además un coreano que tenga un supermercado en el lado occidental del mundo, no es más que un coreano con pensamiento occidental. Dado además el indescifrable parecido físico entre coreanos, chinos y japoneses, para los occidentales los coreanos, chinos y japoneses no son más que chinos occidentales que tienen supermercados. Ya lo demostró Haruki Murakami, un oriental que cruza el Atlántico es un occidental más.

Recapitulando, tenemos a la espuma como un conjunto de millones de burbujas y tengo el conocimiento sobre el pensamiento universal y occidental (mundial) que el ser humano tiene sobre estos fenómenos nombrados. Por lo tanto y ahora lo afirmo, el mundo entero cree lo mismo sobre las burbujas y la espuma.
Publicistas, escritores, comerciantes, músicos, arquitectos, diseñadores, quiero decir todo el mundo, ubica a la espuma en un pedestal sagrado que ni ella se imagina haber alcanzado.

Estamos subordinados por la espuma. Gran parte de nuestras decisiones tienen que ver con el nivel o la calidad de las burbujas.2 Somos súbditos del poder tiránico de la espuma. Su poder aparece en casi todos los órdenes de la vida, en nuestros sueños, en la vigilia. Su poder no escapa de ninguna clase social, política o económica. Las burbujas, la espuma gobierna gran parte de nuestras actitudes.

Los jacuzzis se abusan de las burbujas, cuantas más produzcan más caros y mejores serán. Los sectores más pudientes adoran las burbujas. Si el champán tiene muchas burbujas es siempre de mejor calidad, al igual que los nombrados jacuzzis (nombre oriental… vemos nuevamente que el poder de la burbuja es tanto occidental como oriental). Sin embargo se da una contradicción en el ABC 1 de la economía mundial. Este sector que disfruta de la espuma en el champán y el jacuzzi, utiliza jabones en polvo de baja espuma para lavarropas automáticos. Las clases más bajas necesitan de más espumas para lavar sus prendas.

Por tanto, cuanto mayor nivel de espuma produce nuestro jabón en polvo más rudimentario es nuestro lavarropas. La espuma no sólo perturba la vida de los seres humanos sino que además delimita el nivel de complejidad de los artefactos hogareños.

El mate y el café. Aquí la opinión es casi unánime salvo por los uruguayos que toman esos mates bajos en espuma, como los lavarropas semiautomáticos. Para ambas infusiones cuanta más espuma mejor, aunque yo no crea tanto en esta afirmación. La espuma provoca efectos colaterales poco difundidos. Ella hace que cualquier pelandrún se considere un eximio preparador de café. Los preparadores de café instantáneo tiene una obsesión con la espuma, dicen: “no sabés el café que te preparé, con un montón de espuma que logré batiendo café, azúcar y soda durante toda la novela”. Chochos en su estupidez sirven el café con menos gusto a café de la historia de la humanidad.

Como si a uno a la hora de tomar café le gustaría tomar burbujas (porque no olvidemos que la espuma es un millón de burbujas todas apretadas) y se esmeran tanto en producir espuma que son la envidia de la gota de Magistral. Yo declaro la persecución y exilio o muerte de los preparadores de café modernos.

Esa gota mágica de Magistral me recuerda la espuma en los elementos de limpieza tanto hogareños como personales que en poco desarrollaré.

Pero no quisiera continuar
sin antes recordar
la tan controversial
espuma cervezal.

Sube la espuma sobre el cristal, cantaba Juanse cuando podía hacerlo. Si es mucha, la cerveza está caliente o no se inclinó el vaso lo suficiente, aunque nunca falta el pavo que dice: “a mi me gusta con espuma…”, como los del champán en las altas clases sociales pero un poco más ordinario en las pretensiones. Tan importante es la espuma en la bebida, que aquel miserable que no se terminó el porrón lo guarda por la mitad en la heladera y con una cuchara en el pico para que no se le vaya el gas (burbujas).

El vino espumante es otra inmundicia etílica. Ya el vino blanco es feo de nacimiento y más si se lo hace espumante. Se sabe que esta clase de vino es consumido preferentemente por mujeres por lo tanto refuerzo mi apreciación sobre lo afeminado de las burbujas. ¿Cómo se llama una de las chicas super-poderosas? Claro, Burbuja.

También está la otra cosa llamada chopp, que es la misma porquería amarga que la cerveza pero con una espuma más delicada y suave como si se tratara de un colchón.

La anarquía del pensamiento lógico sobre la espuma se hace cada vez más evidente. Alfonsina Storni cruzó la espuma del mar para ser eterna, los fotógrafos eternizan los paisajes marítimos con la espuma en primer plano. El nivel de cocción y calidad de los bizcochuelos se miden por su esponjosidad; que, claro está, lo esponjoso y lo espumoso es lo mismo. Las lavanderías que se llaman “Espuma” o en el peor de los casos “Espumita”, los jardines de infantes se llaman “Burbujitas”.

¿Y qué con la gota de Magistral? La madre de la espuma, el big bang de las burbujas, el evolucionismo burbujal puesto en una minúscula partícula detergentística. ¿No son los detergentes los principales promotores de la guerra por la espuma? Primero fue el fuego, luego la tierra, el petróleo, el agua y ahora la guerra por la espuma.

¿Por qué entonces el jabón El Federal o el que ahora se conoce como jabón blanco no triunfa en ventas en las principales cadenas de supermercados? Porque se sabe que si hay un jabón en el mundo que no produce espuma es el clásico “jabón blanco en pan”.

Amigos encargados del departamento de marketing de la empresa que fabrica el “jabón blanco”: Yo, Francisco Rucci, les digo: Si a su jabón que no hace espuma le sumamos que te deja un perfume a nada en el cuerpo, no sigan rompiéndose la cabeza tratando de entender la baja en las ventas que tienen desde los años 60. Les recomiendo que en vez de promocionar en supermercados su jabón con el fin de bañarse, comiencen a venderlos en mercerías para ovillar lana.

Está claro que la espuma se nos aparece en muchas formas más. La espuma de poliuretano y la tan popular “goma espuma” se presenta en varias formas de usos. Vale la siguiente aclaración, la goma espuma es una espuma muerta 3. La goma espuma como aislador tanto para la humedad como para el sonido, arquitectos y músicos fetichistas de los poderes espumantes; la esponja de lavar platos no es otra cosa más que una goma espuma reforzada y por último la goma espuma de los colchones y aquí me detengo un momento.

Hasta el mismísimo Freud hoy estaría en problema frente al acoso de la espuma (o burbujas, no lo olviden). Su profesionalismo estaría en duda en estos tiempos espumosos, sucede que los vendedores de colchones prometen sueños felices con sus colchones extremadamente cómodos gracias a la goma espuma increíblemente cómoda que los construyen. Freud y el psicoanálisis fracasarían. Dulces sueños con Colchones Freud, los más espumosos de la psique occidental.

Recuerdo con el paso de los minutos varias espumas importantes para la vida en sociedad. Si un incendio en una gasolinera se desea extinguir debe hacerse con espuma. Los epilépticos y los rabiosos producen espuma. En algunas panaderías venden algo que se llama "espumita de limón", el relleno de las cremacoas se hace con espuma.
Devolvamos a las burbujas el lugar que se merecen dentro de las gaseosas. Digamos NO a los refrescos finamente gasificados.

No me olvido que no hace mucho tiempo el mundo entero estuvo bajo la zozobra de las burbujas, sino pregunten en Wall Street qué opinan de la burbuja financiera.

Y ahora, que termino de despacharme en contra y a favor de las burbujas, hace un tiempo largo que no las veo en el escritorio. No comprendo por qué al mover el mouse mi mundo se queda sin burbujas de colores, afeminadas, en movimiento y que Windows 7 las llama protector de pantalla.


1 OK?

2 Me permito una aclaración, la utilización de espuma o burbuja me es indistinta. Se nombrará a cualquiera de ellas y se estará hablando del mismo ser. Es como decir: flor o jardín. Mi pensamiento y mi razonamiento es totalmente arbitrario y en oportunidades, como en esta, infundado. No sé si hacía falta aclararlo.

3 Digo muerta porque no tienen la posibilidad de desaparecer instantáneamente como las otras. Según la marca (Mortimer o Valerina) estas espumas o esponjas suelen ser eternas. Aquí entraremos en una discusión filosófica sobre si la eternidad está en la muerte o si debemos eternizarnos en vida para alcanzar la muerte ya eternos... En fin, las esponjas no tienen estas inquietudes tan cristianas. Justamente por esto puedo decir que las esponjas son seres totalmente felices, no como nosotros los humanos que nos preocupamos por la eternidad y dejamos los platos sucios hasta la mañana siguiente, cuestión que si no nos despertamos a tiempo seremos por unos minutos (hasta que terminamos de limpiarlos) seres infelices y si no lo hacemos apenas nos levantamos padeceremos de infelicidad hasta que volvamos a limpiar esos platos sucios, con esponjas. Significa que la espuma nos hace feliz. Significa que si la felicidad es lo que más añoramos las burbujas son el camino (creo que esto tendría que decirse en otro lugar y no en una nota al pie).

No hay comentarios: