20 agosto 2009

El orden de las cosas como construcción de sentido

Lo siguiente es una aproximación teórica sobre cómo un orden establecido o totalmente desarticulado de las cosas que conforman los objetos significantes son potencialmente el aspecto más importante para la construcción de sentido. Está en la reorganización individual e íntimamente personal de los elementos la base del significado. El análisis nace motivado por la lectura del capítulo “Las Meninas” de “Las palabras y las cosas” de Michel Foucault

El paso a la modernidad transformó la lógica del pensamiento, cuando la fotografía se convierte en arte, el orden de las cosas, del orden del objeto fotografiado o imagen representada, pierde la jerarquización que hasta el momento mantenía. Es a partir de este momento en que el interpretante construye el sentido a partir de la reorganización intrínseca del objeto observado, reestablece el orden, da sentido.

Es a partir del desorden que se crean nuevas interpretaciones, el hombre es quien reordena el mundo, y en ese reordenamiento es cuando se logra la interpretación de un objeto a través de diferentes fenómenos semánticos.

Cuando con el comienzo de la modernidad, la razón prima sobre el sentimiento y el orden divino de las cosas y sus explicaciones está criticado y reemplazado por otro orden lógico de pensamiento, las cosas comenzaron a tener, en sí mismas, un nuevo orden.

Zeuixs, hábil pintor de la Antigüedad, en su intento por competir con la Naturaleza logra engañar los sentidos: al pintar unas frutas, las aves iban a picotear los frutos representados, tal era su similitud con el modelo natural. Hasta ese momento era la pintura la que proponía la representación más fiel de la realidad.

A mediados del siglo XIX la fotografía irrumpe en el mundo artístico. Pintores que dedicaban su tiempo a realizar retratos, representando paisajes o personas, comienzan a utilizar la fotografía como nueva herramienta de trabajo. Consideran que la imagen fotografía es la más fiel representación de la realidad, este período es conocido como Naturalismo.

El orden natural de las cosas era expuesto en las obras artísticas de la época clásica. Michel Foucault analiza con excelencia Las Meninas de Velásquez. En ésta observa que un orden de cosas está desintegrado, que si bien es un retrato de una situación coloquial, el orden semántico de los elementos expuestos está en desfase con lo que convencionalmente se interpreta. El orden exige identidad pero impone jerarquías, legitimadas por una moral, por la producción de sentido, y en esta legitimación, las redes discursivas sociales propician aceptabilidad, cohesión, e imponen determinadas perspectivas, éste es el principio general sobre el que Foucault se basa para analizar esta obra.

Foucault en “Las palabras y las cosas” plantea que en el paso a la modernidad, es el paso de la semejanza a la diferencia, de la fundamentación divina a la fundamentación racional y, en el contexto de esta valoración de la diferencia, la creación cultural del relato emancipatorio.

Foucault reordena las meninas y crea miles de nuevas interpretaciones, de creer que solo era una imagen real de un momento cotidiano, el reordenamiento de las cosas y la construcción del sentido, advierte, según la óptica del filósofo francés, el desplazamiento del Rey y del orden divino, del centro de la vida cotidiana.

Esta posibilidad del reordenamiento ha transformado a la fotografía en una producción artística, a partir de que un receptor puede moverse dentro de los significados posibles, de que la imagen comience a ser polisémica, la fotografía se convierte en un objeto a interpretar. Ya no es sólo un retrato en el cual un significado único se apodera de la imagen. Es por eso que la transformación de la lógica del pensamiento y la posibilidad de rearmar una imagen, hacen que la fotografía permita descubrir en ella fragmentos de la realidad visual (referente) y unos signos o formas sin referentes en el mundo de las cosas visibles, que están en la imagen pero no en la realidad.

“Toda fotografía se debate en la tensión entre la información bruta que transmite y su carácter polisémico” (Almasy, 1975).

Dejando de lado “las teorías de la fotografía como espejo de lo real (centradas en el concepto destacado por Barthes de la analogía o semejanza) y como transformación de lo real (la fotografía en tanto que lenguaje culturalmente codificado)” Santos Zunzunegui, “Pensar la imagen”, Dubois se centra en concebir la fotografía como una huella de lo real.

Está en saber qué sucede en el proceso de comprensión de la imagen fotográfica cuando el intérprete, a partir de la idea de Dubois que la foto es un índice de retorno hacia su referente, reorganiza los datos de la imagen y crea el significado. Esa creación del significado está en el reordenamiento de las cosas, y es cuando se da la posibilidad del reordenamiento de las cosas cuando la foto se convierte en arte, en el proceso de reestructuración de los elementos presentes en el mensaje fotográfico.

Así aparece el análisis de Peirce, sobre el estudio basado en Signo, Objeto, Interpretante. Ese proceso racional se basa en la organización de los datos presentes en el Signo, que refiriendo al Objeto, arrojan una cantidad de datos suficientes para que en el resultado mental, el Interpretante, aparezcan reordenados.

Por lo tanto, concibiendo a la imagen fotográfica como un retorno al referente en la cual un mensaje fotográfico esta constituido con elementos objetivos y elementos abstractos sin referente, que sólo significan individualmente, se obtendrá un sentido individualmente objetivo a partir del proceso semiótico en cual reordenando los elementos presentes (objetivos y abstractos) de un signo que refiere a un objeto (referente) se obtendrá un Interpretante individual y único para cada nuevo reordenamiento. A partir no de las semejanzas con la realidad que determinada imagen posee sino con las diferencias que pueden reestructurarse para lograr sentido.

El caso de la bicicleta

La bicicleta dibujada en cientos de paredes rosarinas por el artista Fernando Traverso es una forma de traducir la experiencia en textos. Determinado acontecimiento es registrado por medio de un mecanismo memorizante, la “bicicleta dibujada” se ha convertido en un texto de una cultura determinada. Aquí es esencial destacar el concepto de “texto” según Yuri Lotman, para él un texto es el producto de una determinada cultura que no es considerado como un objeto estable, sino más bien como una remodificación o una traducción donde se logra una intersección entre los puntos de vista del autor y el destinatario.

Esta imagen (la bicicleta de Traverso) despertó, por lo menos, dos grandes interpretaciones socialmente conocidas. Por un lado se encontraban quienes conocían la verdadera historia, aquella que cuenta como un amigo de Traverso fue detenido durante la última dictadura militar y fue junto a su bicicleta la última vez que Traverso vio a su amigo con vida. A partir de 2001 el artista comenzó a pintar bicicletas como la de su amigo en honor a él y los 349 desaparecidos más que dejó la dictadura en Rosario.

Por otro lado, estaban quienes adjudicaban esa bicicleta a la vida y memoria de Pocho Leprati, asesinado en 2001. Ambas versiones circularon con mucha fuerza entre los primeros días en que se vieron las bicicletas por primera vez. Frente a estas dos interpretaciones, se ve claramente como en el proceso de construcción de sentido pueden obtenerse interpretaciones diferentes.

En el caso de Bicicleta, el objeto se encontraba desordenado, hasta que el intérprete comenzó a ordenar los elementos existentes para llegar a interpretar que la bicicleta remitía a determinada cuestión. Lo interesante de este caso es como una imagen tan simple, a primera vista, como esa bicicleta puede generar interpretaciones dispares.

Estos elementos responden en cierta forma a los signos o formas sin referentes y fragmentos de la realidad visual. Frente a esto, la imagen de la bicicleta concebida como el signo del vehículo de transporte es un fragmento de la realidad visual socialmente interpretado así, sin embargo, en la Bicicleta de Traverso (como obra e imagen total la cual incluye el signo de bicicleta), son los elementos presentes en esta imagen sin referente en el mundo de las cosas visibles los cuales fueron reordenados de maneras diferentes dentro del proceso semiótico Objeto - Signo – Interpretante.

El Signo “Bicicleta de Traverso” respondía a un Objeto exterior que no podía ser definido igualitariamente por todos los receptores.

“En la semiosis social son necesarios textos que sean tomados como absolutos dentro de una cultura dada, correspondientes a códigos comunes al colectivo completo; mientras que en el nivel de la comunicación personal, el individuo recibe y transmite textos individualizados, correspondiente a códigos particulares.” La bicicleta es un código común, toda una comunidad comprende que una bicicleta no es más que un medio de transporte o de paseo. Pero la bicicleta de Traverso es un código particular donde un individuo recibe y transmite textos individualizados. Por eso es que la bicicleta de Traverso ha provocado por lo menos dos interpretaciones.

Es esta relación y unión entre código comunes y códigos individuales, según Lotman, y lo desarrollado sobre el reordenamiento de los elementos significantes de la imagen que se obtiene el sentido.

Bibliografía:

Sunzunegui, Santos; “La imagen fotográfica” en Pensar la Imagen, Madrid, Cátedra, 1998.

Foucault, Michel; “Las meninas” en Las palabras y las Cosas: Una arqueología de las ciencias humanas, Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentinos, 2007.

Sontag, Susan; Sobre la fotografía (fragmentos). Buenos Aires, Sudamericana, 1977.

Lotman, Yuri: Capítulo 5 “El ecosistema cultural” en Texto, Cultura y memoria.

Peirce, Charles, Obra Lógico Semiótica

Berger, John; “Apariencias” en Otra manera de contar. Murcia; Mestizo, 1998.

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