27 octubre 2008

Literatura nacional Argentina


En 1837, año que se podría considerar como el comienzo de una etapa revolucionaria en el ámbito intelectual de la Argentina, Esteban Echeverría publica La Cautiva, obra que significó darle ciudadanía a la patria en el mundo del arte. La necesidad de crear una literatura argentina motivó a los intelectuales de la época a fundar y consolidar un estilo nacional. Por eso 1837 puede considerarse como un año fundamental para el proceso que se pretenderá para las siguientes épocas. La Generación del 37 o la Joven Generación Argentina vienen a ser instituciones nacidas en este momento histórico e inspiradas en el pensamiento de los grandes intelectuales europeos de la época.
La construcción de la identidad cultural propia fue un tema de controversias continuas entre los grandes pensadores argentinos. Aquí la ciudad y la cultura se edificaron sobre la nada, sobre una pampa recorrida por tribus salvajes y duras. Casi todo nos llegó de Europa: desde el lenguaje y la religión hasta la mayor parte de la sangre de los habitantes. Nuestra cultura proviene de Europa y no podemos evitarlo. Y a partir de allí, lo que hagamos de original lo haremos con esa herencia, que nos marcará e identificará.
Pero el punto a destacar es que de esas herencias hemos recibido un premio hermoso, que es nuestra lengua, el español. Pese a que le duela a Sarmiento y unos cuantos amigos suyos de su elitista generación haber heredado este idioma, desde la más diminuta alegría festejo esta herencia.
A mediados del siglo XIX, Juan Bautista Alberdi diría: “El idioma inglés, como idioma de la libertad, de la industria y del orden, debe ser aun más obligatorio que el latín; no debiera darse diploma ni título universitario al joven que no lo hable y escriba. ¿Cómo recibir el ejemplo y la acción civilizadora de la raza anglosajona sin la posesión general de su lengua? Cualquier idioma que no sea el inglés o el francés era bárbaro.
Facundo, civilización o barbarie de Sarmiento es un canto a los buenos modales europeos, pero por desgracia para él y dejando de lado todo tipo de atrocidades perpetradas, los conquistadores fueron españoles, y no heredamos el francés como a él hubiese gustado.
Sin embargo, fueron ellos; Sarmiento, Echeverría y Alberdi, entre otros, quienes fundaron nuestra literatura. Y lo hicieron en español, castellano, como guste. Esta es nuestra herencia, la de Europa y la de nuestros primeros escritores. Pero si hay algo que a un periodista regocija, es saber que las primeras letras argentinas fueron en mano de periodistas. El nacimiento de la literatura nacional (caso de La Cautiva) es fruto del deseo de comenzar a separarse de una escritura destinada a ideologías, de la cual era partidario el periodismo.
Por lo tanto, para la próxima entrega, ofreceré un tímido recorrido por los comienzos del periodismo como hacedor de las primeras letras argentinas.

16 octubre 2008

La invención de Morel


La invención de Morel es una novela sublime. Quienes hayan tenido la delicadeza de leerla seguramente no se privaron de cientos de interpretaciones posibles que la obra de Adolfo Bioy Casares presenta (o representa). Es una obra de 1940… 60 años… casi 70.
Una rápida presentación de los personajes de la obra bastará para dar comienzo, desarrollar un resumen del argumento es una actividad inmerecida y que además extendería demasiado el trabajo, creo que por incapacidad mía es necesaria la lectura de la novela para la mejor comprensión del siguiente análisis.
Morel, el inventor de la máquina que reproduce las imágenes de turistas en la isla, está enamorado de Faustine, o por lo menos la desea. Faustine, algunos analistas han comparado su nombre al Fausto y a Fausse, en francés falso, vale aclarar que Faustine y Morel hablan francés. Esta última apreciación sobre el nombre de la dama es interesante y será estudiada, mientras que la comparación con el Fausto sólo agrega al presente análisis la posibilidad de creer que el acto de Morel es una experiencia fáustica, entregando a cambio de su anhelo, su vida. Además, como plantea Lev Manovich en "El lenguajes de los nuevos medios de comunicación", lo de Morel es estrictamente un individuo dentro de la sociedad posindustrial individual. Morel lo que reconstruye y reproduce es su forma de vida individual bajo sus deseos individuales. Dice Manovich: "Cada ciudadano se puede construir un estilo de vida a medida, y "seleccionar" su ideología entre un gran número de opciones". En cierta forma hay una adapatación por parte de Morel a su medida de los momentos y situaciones que quiere vivir. Elige qué vivir.
Resumidamente, Morel inventa una máquina que toma imágenes y luego las reproduce en un espacio real, la isla. Son fotos, filmaciones, en sí, la idea de Morel es reproducir infinitamente los momentos que él cree de felicidad plena junto a su pretendida, Faustine. Así es que construye la máquina que reproduce infinitamente lo vivido por él, Faustine y otros amigos, en la isla. Frente a ésto se encuentra nuestro tercer personaje importante.
El tercer personaje, y el más importante, es el Fugitivo, utilizaré arbitrariamente este nombre para mencionar al narrador de la historia, en primer lugar porque efectivamente llega a la isla en carácter de fugitivo y en segundo lugar porque, y éste será un objeto de análisis próximo, carece de nombre. La novela nunca devela el nombre de este personaje.


Y es justamente desde este detalle donde se desprende el primer estudio. Para el Fugitivo la isla está desierta hasta que un grupo de turistas arremeten de un momento a otro, y éste, dado su carácter de fugitivo de la justicia, se las ingenia con temor para no ser visto. Sin embargo pasan los días (esto está por verse) y nota que los turistas le son sumamente indiferentes, Faustine, de la cual se enamora y va todos los atardeceres a la costa a leer, lo ignora. El jardín de flores que le construye no es apreciado por la dama y así muchas situaciones que van despertando la curiosidad del fugitivo.
El Fugitivo no logra ser visto, ni oído, ni percibido. ¿De qué le serviría poseer un nombre en un lugar donde no puede dialogar? Comienza a experimentar la angustia de la soledad, del anonimato. El detalle de Bioy Casares posee una capacidad de análisis estupenda. El Fugitivo nota además que los momentos se repiten, la aparición de dos soles y dos lunas es motivo también de incomprensión de lo que vive.
La novela nos demuestra que la aprehensión de la realidad destruye la tríada espacio, tiempo y materia. Como Morel logró construir su propio espacio, tiempo y (representó) materia, los nuevos medios tecnológicos nos permiten posibilidades similares. Hasta el significado de identidad está apremiado frente a la posibilidad del anonimato. El Fugitivo no tiene nombre porque no lo necesita, no enuncia y no tiene la posibilidad de identificarse frente a un TU.
Un ejemplo son las posibilidad de construcción ilimitada de identidades que ofrecen ciertos medios tecnológicos, para este caso sirven de análisis los chats y los foros, dentro de estas posibilidades existe el anonimato. Si bien un individuo se identifica en el momento de interactuar, ciertos momentos de interacción no merecen una identificación real o merecen falsedad. Faustine, Fausse, falso, la imagen (justamente la imagen) de Faustine, son los miles anónimos TU que puedo encontrar en la web. Mientras que YO, y este análisis está inspirado en la teoría de la enunciación de Benveniste, puede ser anónimo la diferencia radical está puesta en la voluntad.
Mientras que mi interacción anónima la realizo voluntariamente, el Fugitivo vive un anonimato involuntario, que lo angustia. Vivía en una especie de panóptico de Bentham en el cual los roles de observador y observado no estaban definidos.
Hay una vuelta al mundo encantado, "mundo pre-científico", pre-cartesiano, en el cual las explicaciones partían del orden divino y el funcionamiento de las cosas estaba resuelto, en el cual no interesaba tanto el cómo sino más bien el por qué. Lo que veíamos y sentíamos estaba en orden. Estaban en orden nuestras percepciones. El Fugitivo se encuentra con un orden desordenado, inexplicable. Las primeras explicaciones responden a que quien está confundido es él, o sea el hombre. Locura, alucinación, estas son las explicaciones que el Fugitivo encuentra a la invisibilidad o ignorancia recibida. Morris Berman en "El reencatamiento del mundo" plantea que el sujeto en la modernidad comienza a verse ajeno al mundo que lo rodea, el sujeto no es sus experiencias y por lo tanto se acerca a una angustia que tratará de resolver a través de diferentes medios. “La droga y el hospital mental se han convertido en el aceite lubricante y la fábrica de repuestos indispensables para impedir el derrumbe total del motor humano”, cita Berman en su libro. Justamente una de las posibles explicaciones que encontró el Fugitivo fue que la isla era un hospital psiquiátrico y Morel era el director.
La transformación del espacio social en la posmodernidad ha llegado a trascender tanto la capacidad de conocimiento del individuo que se hace necesario un nuevo posicionamiento del sujeto en la organización de su entorno.
El orden del mundo que el Fugitivo conocía comenzaba a destruirse, pero sin embargo no era conocedor de por qué se destruía ese orden. Vivía la angustia de la soledad, la lejanía, la ignorancia. La magnificencia de la obra de Bioy Casares produce que el lector también comience a experimentar la angustia del Fugitivo y sentir que algo anda muy mal con nuestra visión del mundo en su totalidad. El lector también comienza a buscar respuesta mediando la lectura del libro.
Un dato importante es que la máquina, la invención de Morel, toma imágenes que luego reproducirá pero la muerte del original será el próximo paso. Es así que tanto Morel, como Faustine y los demás turistas están muertos para cuando el Fugitivio los percibe.
El Fugitivo vive en un mundo de percepciones plenas, no comprende qué es lo que sucede ya que el tiempo y la materia son otros, es arrastrado por el flujo de la vida sin un freno, sin un segundo de tiempo para entender. Sin embargo tiene la gracia de que el tiempo se repite y, aunque sea un rio del eterno retorno, la repetición le permite comprender lo que sucede. Pero, sólo puede realizarlo porque en verdad no pertenece, su lugar es otro, su perspectiva le permite criticar, comprender, analizar. Sin embargo, la paradoja se da cuando logra desentrañar lo que sucede. Formando parte, siendo participe de ese mundo que observa, sólo le deparará la muerte. Se insertará, será uno más pero ya sin la posibilidad de crítica.
Cuando Manovich plantea la distinción entre las pantallas, clásica y del ordenador y la realidad virtual, ofrece ciertas pautas para el análisis de la obra de Adolfo Bioy Casares. Las pantallas son una ventana a un espacio virtual, algo que el espectador mira pero en el cual no puede actuar, salvo en las pantallas del ordenador, allí hay una inclusión del usuario, para esto éste debe conocer las herramientas, la información. El cuerpo del Fugitivo está fuera de la realidad que percibe, como en la realidad virtual, en la cual movemos nuestro cuerpo para interactuar, el Fugitivo debe renunciar a su cuerpo para pertenecer al mismo orden que los demás. La realción entre el cuerpo y la pantalla que menciona Manovich en "La Interfaz".
El Fugitivo necesita información, formación. Para interactuar con Faustine necesita una formación inmanente, in-formación.
Cuando el Fugitivo oye el discurso que Morel ofrece a sus amigos, sobre la existencia de una máquina que fotografió sus vidas y en museo que se hallaba en la isla, la sala de máquinas de La Máquina, comenzó a ser consciente de lo que sucedía. El Fugitivo, enamorado como Morel de Faustine, comprende que para estar con ella debe someterse a La Máquina. Hasta el momento previo al descubrimiento del misterio, la máquina de morel era un medio viejo, lineal, no interactivo. En esto hay una filosofía heideggeriana, "el hombre está poseído por la tecnología, de tal modo que es una completa ilusión creer que puede dominarla.”
Leyendo "Crítica de la información" de Scott Lash encuentro una explicación efectiva en la novela de Bioy Casares. El ser humano, si pretende vivir una vida integrada y comunal, estará condenado a la acrítica y la muerte. Si a la vez desea la inmortalidad será hijo de la pura repetición de la representación. Sin novedades ni creaciones, es en la inmortalidad en donde se pierde toda posibilidad creativa, en “El Inmortal” de Jorge Luis Borges aparece la diferencia entre el humano que conoce su finitud y el animal que la desconoce, por lo tanto es infinito. Los no humanos de Morel desconocen ambas cuestiones, son un tercer agente, productos de una tecnología y el hombre. Humanos repetitivos, inconscientes de inmortalidad pero inmortales al fin. Justamente la eternidad está en la muerte. Por otro lado, las formas de vida tecnológicas de Lash están presentes en la no linealidad de los acontecimientos de la obra, "Las formas tecnológicas de vida son demasiado rápidas para la reflexión" diría Lash y realcionando esta idea con lo dicho anteriormente sobre las ideas de pertenencia y crítica.
“Se trata de una comunidad imaginada porque es imposible que sus miembros se conozcan unos a otros cara a cara”, dice Lash.
La artificialidad depende exclusivamente de un orden natural. Bioy Casares anticipa el mundo de interfaces. ¿Qué otra cosa más que la máquina de Morel son los blog, fotolog y otras redes sociales?
Podemos eternizarnos en un blog, estar allí en imágenes, audios, videos, contar nuestros gustos, deseos, pertenecer y lograr una red de amigos. Puede mantenerse todo estático, invariable si la muerte física nos llega, si nuestro cuerpo deja de mantenerse en contacto con la pantalla del ordenador.
La idea de representación de lo real está presente, la inmortalidad del ser también.
Dos personas que la única relación que mantuvieron en sus vidas es a través de una computadora (para simplificar el complejo entramado de especificidades que los nuevos medios tecnológicos de vida contienen), lo único que conocen del otro son representaciones. La muerte no existe en los blogs (salvo si el muerto tuvo la precaución de anunciar que algo le sucederá o si tomó los recaudos necesarios para que alguien “blogee” su muerte).
Mientras tanto si la gran máquina continúa funcionando, para miles de personas que solo nos conocen por la web, seremos inmortales. No ya desde la óptica de inmortalidad que se le puede dar a un cantante o escritor que a través de sus grandes producciones se eternizan, sino desde una eternidad más real, más viva.
Pero volviendo a la idea de la dependencia de la artificialidad de un orden natural, las mareas que mueven los mecanismos de la máquina de Morel son justamente mareas que nos llevan y nos arrastran, infinitamente. La relación, puramente poética, es valedera en el sentido de que las mareas que nos empujan, los flujos sociales son los que nos dan vida, no sumergiéndonos (o sin ser sumergidos) en ellas, quedaremos afuera como el Fugitivo de y en la isla.
¿Qué sucedería si esas mareas paran? Lo mismo si algún orden tecnológico de nuestras vidas, como Internet, deja de funcionar, no hablaríamos de una desaparición total, como sucedería en la Isla pero sí dejaríamos de existir para nuestra comunidad virtual. Ahora bien, en realidad desapareceríamos totalmente, la perspectiva desde un orden tecnológico e individual nos haría desaparecer, si nuestro cuerpo no moriría un gran orden de cosas sí caducaría.
Lo que sucedería, en el caso de que algún instrumento de Internet dejara de funcionar, sería la ruptura de la mediación técnica que habla Latour en “La esperanza de pandora”, el pliegue del tiempo y el espacio. Cuando algo deje de funcionar daremos cuenta de su existencia. Pero quizá seamos nosotros mismos esa existencia. Como en la isla, en la cual si la artificialidad de Morel deja de fluir, desaparecerá Morel mismo, Faustine y el amor del Fugitivo.


Bibliografía

Lash, Scott, Crítica de la información.

Berman, Morris, El reencatamiento del mundo. Cap. 1 Introducción, Paisaje moderno.

Latour, Bruno, La esperanza de pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia.

Manovich, Lev, El lenguaje de los nuevos medios de comunicación. La imagen en la era digital. Capítulos 1 y 2.

Bravo, Víctor, Representación y repretición en Michel Foucault.

Bioy Casares, Adolfo, La invención de Morel.

Enlaces

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